Me perdono, y además, no me olvido.
Y recuerdo la mala sensación, mezclándola con arcadas, para no repetir errores.
Sumergida en una niebla sintética que me aleja de mi misma, pero me acerca al camino a seguir.
Una oportunidad más para mí misma: ¿qué podría hablar mejor del Amor Propio?