lunes, junio 06, 2005

Acto Octavo: Duerme, duerme negrito...

Que tus heridas sean las mias.

Que el sabor de tu sangre me acompañe en la boca cada dia al despertar.

Que tu dolor me duela mil veces más al parir nuestros hijos.

Que todo esto sirva para aliviar tu pena y tu decepción.

No te merezco, mi pequeñito... Pero algo haré para enmendar mi error.

Descansa, dulce trocito de chocolate, que mañana será otra eternidad.