domingo, septiembre 12, 2010

Acto Cero.

Ella salió corriendo, llorando.

La noche era tormentosa, llovía a cántaros.

Los truenos retumbaban y el eco recorría el valle, raudo sólo como ella.

Salió a buscarse en medio de la más completa oscuridad.

Pausa.

Llorando sobre el cadáver.

El ave se nos voló de las manos a pocos milímetros de alcanzarla.

Las luciérnagas ya no brillan.

La sal de las lágrimas arde en los ojos como el agua del mar,

Pero hay en mis lágrimas mayor profundidad.

Comienza a descomponerse.